LA IMAGINACIÓN
En el hueco de la roca que es un árbol
habito los instantes que el padre Tiempo da,
las horas endebles de este día,
la noche trashumante,
el norte de beber acumulados libros
o simple y rendido ante el televisor.
En el hueco de esta roca como un árbol
hago que hago desandar los dominios
intercambiando los jueves por la sed,
el hambre por los martes
y el sueño que me aparta
del cansancio ancestral.
Aquí tengo lo que todo humano necesita
y mucho más.
Nada me falta, nada
en este hueco de roca intercambiable
todo lo tengo en grado suficiente,
todo,
aun antes que la ambición
o la necesidad lo pida:
el puente de Brooklyn y la ciudad audible,
las blancas arenas de Cancún,
los salones del Louvre con su Gioconda,
las húmedas estrellas de Iguazú,
el Gran Cañón, el Everest, el Ganges, Tonanzintla,
todo lo tengo aquí, nada me falta,
nada que exista y se conozca, nada, nada.
Sólo requiero alimentarme un poco,
dormir de vez en cuando
y cuidar la glucosa, el colesterol,
el cruce de las calles.
Qué importa que alguien asegure
estar viendo lo mismo.
Yo tengo a todas horas
en el hueco de esta roca cual un árbol,
bajo la llave universal de la memoria
y los táctiles ojos de la especie,
los físicos tesoros del edén terrenal.
En el hueco de la roca que es un árbol
habito los instantes que el padre Tiempo da.
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