ODA A LA FLOJERA
Por sobre la almohada y bajo el cobertor
entra una luz que anuncia la mañana.
Sin enfermedad de por medio ni buenas razones
he tomado esta determinación:
Hoy, todo el día, no me levantaré.
Quiero estar como un oso
en la caverna de su hibernación.
Quiero ser el vagabundo
que sujete el tiempo a su cadena
como un posmoderno e inútil Prometeo.
Voy a patear el reloj
y las responsabilidades,
voy a ser prehistórico,
voy a estar en cuarentena,
ajeno a las noticias y a los guiños del Sol.
Quiero ser para mí y estar en mí,
en mí mismo,
enroscado y como dueño,
justo como desde hace tanto no lo he sido.
Nada más.
Nada más.
No pido mucho.
Voy a disfrutarme sin ninguna ocupación
intelectual o física,
sentirme,
pulsarme
y oír
y dejar oír
y lavar el río, las ollas de la náusea, la fatiga
y las quejas constipadas de todos estos años.
Este día, todo el día, me abrazaré a mí mismo
y me daré palabras de amor y de consuelo,
me diré sí, sí a todo, no me contradiré
en esta cuna que mecen las respiraciones,
me repetiré mira lo que tienes y palpa lo que has hecho,
más de lo que mereces,
más de lo que mintieron los horóscopos
Nada más.
Nada más.
No pido mucho.
Voy a disfrutarme sin ninguna ocupación
intelectual o física,
sentirme,
pulsarme
y oír
y dejar oír
y lavar el río, las ollas de la náusea, la fatiga
y las quejas constipadas de todos estos años.
Este día, todo el día, me abrazaré a mí mismo
y me daré palabras de amor y de consuelo,
me diré sí, sí a todo, no me contradiré
en esta cuna que mecen las respiraciones,
me repetiré mira lo que tienes y palpa lo que has hecho,
más de lo que mereces,
más de lo que mintieron los horóscopos
y peor aún: mucho más de lo que necesitas.
Nada ni nadie me hará cambiar de posición.
Sólo este cosquilleo agradable, tan agradable.
Por lo tanto, desde mi pacífico sitial
anuncio al universo
que he cancelado mentalmente todo compromiso
en la calle y la oficina.
Nadie me dirá hacia dónde caminar
ni qué responder
o cómo negociar.
Piensen que he desinventado los teléfonos
y las preocupaciones,
que tengo un aneurisma de filosofía,
un ataque masivo de pasividad
y el auto se ha convertido en calabaza,
todo junto,
no insistan,
no recibiré llamada alguna
ni me harán peinarme ni vestirme
ni abrocharme los zapatos,
así se incendie el mundo o lluevan dulces.
Si acaso, daré respuesta a los requerimientos
del cuerpo
siempre que sean atendibles
bajo mis condiciones.
Este día, todo el día, es sólo para mí,
y por ello no tengo pasado ni futuro
que me atosiguen con engaños.
No estaré para nadie,
no haré nada, absolutamente nada,
ninguna emergencia acabará mi postración.
Y si acaso el día de hoy se muere un buen amigo
hasta mañana lo despediré,
y si lo entierran hoy mañana lo recordaré frente a su tumba.
Si esa hermosa vecina
me pide otra taza de azúcar
ni siquiera le contestaré que mañana, hasta mañana,
amiga mía,
ya con toda la azucarera a tu disposición.
Si hoy nos invaden los vikingos o los venusinos
tendrán que esperar a que mañana (no sé la hora)
los reciba en el quicio de la puerta
o abra una ventana para disparar,
no sé y no importa,
Nada ni nadie me hará cambiar de posición.
Sólo este cosquilleo agradable, tan agradable.
Por lo tanto, desde mi pacífico sitial
anuncio al universo
que he cancelado mentalmente todo compromiso
en la calle y la oficina.
Nadie me dirá hacia dónde caminar
ni qué responder
o cómo negociar.
Piensen que he desinventado los teléfonos
y las preocupaciones,
que tengo un aneurisma de filosofía,
un ataque masivo de pasividad
y el auto se ha convertido en calabaza,
todo junto,
no insistan,
no recibiré llamada alguna
ni me harán peinarme ni vestirme
ni abrocharme los zapatos,
así se incendie el mundo o lluevan dulces.
Si acaso, daré respuesta a los requerimientos
del cuerpo
siempre que sean atendibles
bajo mis condiciones.
Este día, todo el día, es sólo para mí,
y por ello no tengo pasado ni futuro
que me atosiguen con engaños.
No estaré para nadie,
no haré nada, absolutamente nada,
ninguna emergencia acabará mi postración.
Y si acaso el día de hoy se muere un buen amigo
hasta mañana lo despediré,
y si lo entierran hoy mañana lo recordaré frente a su tumba.
Si esa hermosa vecina
me pide otra taza de azúcar
ni siquiera le contestaré que mañana, hasta mañana,
amiga mía,
ya con toda la azucarera a tu disposición.
Si hoy nos invaden los vikingos o los venusinos
tendrán que esperar a que mañana (no sé la hora)
los reciba en el quicio de la puerta
o abra una ventana para disparar,
no sé y no importa,
no quiero pensar.
Si hoy
me llama a juicio el memorioso Dios
simplemente no le responderé
aunque se desgañite y ponga ronco
y se le traben los dientes de coraje,
porque hoy, todo este día,
simplemente no haré nada, nada, nada
ni estaré para nadie,
seré un muerto más en el panteón de nuestros siglos
Si hoy
me llama a juicio el memorioso Dios
simplemente no le responderé
aunque se desgañite y ponga ronco
y se le traben los dientes de coraje,
porque hoy, todo este día,
simplemente no haré nada, nada, nada
ni estaré para nadie,
seré un muerto más en el panteón de nuestros siglos
y cero a la izquierda
de quienes viven la libertad sin aspavientos.
Estaré solo en mí.
Me sentiré sólo de mí.
Me daré a mí
con un amor y un ego incontinentes, santos,
en esta inmensa pereza que me ha convencido
a plenitud
y que me hace vivir y sentir y ser feliz
como una silla en medio de la sala.
Hoy, este día,
este grato y complaciente jueves,
recuperaré mi libertad en absoluto
y ya mañana escribiré mi deseo,
este poema en prosa aflojerada,
firmaré mi renuncia
y atenderé los funerales del amigo
o los reclamos de la bella
o la salud de la Patria
o la sentencia de Dios el Memorioso
o lo que sea,
porque hoy,
este jueves,
ni siquiera pienso en el vicio de pensar,
pues el pensamiento
es la sutil esclavitud de los pedantes.
Mañana, mañana.
Hasta mañana proseguiré, óiganlo todos
de quienes viven la libertad sin aspavientos.
Estaré solo en mí.
Me sentiré sólo de mí.
Me daré a mí
con un amor y un ego incontinentes, santos,
en esta inmensa pereza que me ha convencido
a plenitud
y que me hace vivir y sentir y ser feliz
como una silla en medio de la sala.
Hoy, este día,
este grato y complaciente jueves,
recuperaré mi libertad en absoluto
y ya mañana escribiré mi deseo,
este poema en prosa aflojerada,
firmaré mi renuncia
y atenderé los funerales del amigo
o los reclamos de la bella
o la salud de la Patria
o la sentencia de Dios el Memorioso
o lo que sea,
porque hoy,
este jueves,
ni siquiera pienso en el vicio de pensar,
pues el pensamiento
es la sutil esclavitud de los pedantes.
Mañana, mañana.
Hasta mañana proseguiré, óiganlo todos
¡lo anunció con fanfarrias!,
la infame costumbre de morir.
Hoy
soy
yo
y
no
doy
yo.
*
la infame costumbre de morir.
Hoy
soy
yo
y
no
doy
yo.
*
1 Comments:
Jajaja así es como me siento en este momento, lastima que esté en la oficina y no en mi rica camita!
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