La hebra en la tela

Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com

Thursday, November 08, 2018

MIS MUERTOS


No me pueden los años que he vivido
ni los días o segundos que alguna vez sufrí.
Del blanco dolor se ha levantado un roble
que alienta entre sus ramas la vida como un goce.
Supe a buen tiempo quitarme las cadenas
que las costumbres quisieron imponer
sobre el dogma racional que preferí.
No he sido bueno pero tampoco un malo,
hubiese hecho reír al confesor con mis pecados
y duerme mi conciencia como un panda
soñando que los sueños son ron para dormir.
No me pueden los años que he vivido.
No me cansan las horas en que barro.
No me aturde el tambor de los recuerdos.
No hay cansancios aún, ni reumas ni venganza
ni la burla de después arrepentirse.
No cuento dinero pero tampoco deudas.
No me pueden los años que he vivido,
no, no me pueden, no me pueden.
Sólo me duelen, cuando la crápula nostalgia
mis vigilias acecha, los entierros.
Sólo me duelen ¡cuánto me duelen! mis muertos,
los muertos que puntuales se van acumulando
como un costal de trigo que se desparrama
sobre la tierra infértil, pedregosa.
Sólo me pueden mis muertos de ojos tristes
porque todos los días quisiera verlos.
Sólo me duelen mis hermosos muertos
porque sin dudas entendí que los amaba
y porque los extraño insospechadamente,
inevitablemente.
No me pueden los años que he vivido,
no, no me pueden, no me pueden.
Me duelen mis muertos,
mis santos muertos callados y pacíficos,
me duelen mis muertos, y me duelen mucho,
todos mis muertos, todos,
los de ojos grandes que están muertos de pie:
Nervo, Ramón, Octavio, Neruda,
Gabriel y tantos otros,
y los que están como dormidos:
mis padres, mis abuelos,
las tías y los amigos,
y que siento un poco tristes
porque también me extrañan y me quieren ver.


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