La hebra en la tela

Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com

Friday, January 11, 2008

AÑO 3028 O LAS CIUDADELAS GEOGIRATORIAS

(Plaza Manuel Tolsá, en cuyo centro se encuentra la estatua de El Caballito, obra de este destacado arquitecto y escultor. A la derecha se observa la fachada del antiguo palacio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, actualmente Museo Nacional de Arte, y a la izquierda los palacios de Correos y de Minería, este último obra del propio Manuel Tolsá)
(Estatua ecuestre de Carlos IV de Borbón, Rey de España e Indias, mandada hacer por el virrey Miguel de la Grúa Talamanca, Marqués de Branciforte, quien gobernó la Nueva España de 1794 a 1798. Fue inaugurada en la Plaza Mayor el 9 de diciembre de 1803, en celebración del cumpleaños de la reina María Luisa de Parma. Es popularmente conocida como El Caballito. En 1823 fue trasladada al patio central de la entonces Pontificia y Nacional Universidad de México; en 1852 ocupó el centro de la glorieta que existía en las confluencias de Paseo de la Reforma, Juárez y Bucareli; finalmente, en 1979 se colocó en su actual sitio. México la conserva como una obra de arte) Alguna vez, en un libro de Historia, leí que los humanos de la antigüedad debían permanecer viviendo en un lugar fijo de la Tierra. Había fronteras a cada paso y múltiples gobiernos que a sí mismos se asumían soberanos, un dogma irracional y peligroso. No entiendo cómo pudieron sobrevivir en esas condiciones precarias, o por lo menos ser medianamente felices. Nadie en este tiempo (que esté en sus cabales) podría vivir satisfecho en un mundo dividido, bajo el gobierno débil e insuficiente de estados fragmentarios, ¿cómo podría satisfacerme un mundo tan inestable?, ¿cómo podrían evitarse las guerras?, ¿cómo podría ejercerse un humanismo? La Cuarta Instancia, que nos gobierna a todos, es indispensable, una exigencia de la Razón. Cuando leí cómo vivían nuestros ancestros no lo podía creer e imaginé sus penurias. Pero eso no es todo: también supe que en aquellos salvajes tiempos las personas soportaban la noche y el día en ciclos ineludibles de veinticuatro horas. ¡Qué molestia vivir varias horas de noche para quienes la detestan! ¡Qué sacrificio estar en el día cuando lo odias! Hoy sí se puede vivir como Dios manda (esta es una expresión antigua): habitas una ciudadela nocturna o una diurna, a tu elección (yo vivo en el día, pero acostumbro pasar mis vacaciones en una ciudadela nocturna, para dormir la mayor parte del tiempo o ver las estrellas), con la ventaja de tener un panorama impresionante y el Sol no se oculta o la noche resulta interminable, según el caso. Por eso es cierto el dicho de que no todo tiempo pasado fue mejor. Yo agregaría: No hay visión más triste que asomarse al pasado. *

0 Comments:

Post a Comment

<< Home