LA TARDE
Desde la mesa de jardín y exactos
mis ojos vueltos remos que son anclas
te miran navegar sobre la hamaca
de la isla que flota en el espacio.
El sol muere en tu pelo y ya lo abrasa.
Se tiñen de amarillos los morados.
Un rojo diagonal es ocre anárquico.
Las binchas que te ciñen son doradas.
Toda la tarde anida en tu cabello
y el pelo en el eclipse es otra tarde
que impera donde estalla aquel incendio.
Desde la mesa de jardín tú ardes.
Mis ojos que son anclas van al fuego:
el alba coronada de este instante.
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