PÉRSIMO
(Fotografías tomadas el 8 de octubre de 2008, en pleno otoño boreal, en las que se observa el único fruto que dio ese año el pérsimo a que alude el poema, así como el cambio de tonalidad de sus hojas, que van de los verdes y amarillos al rojo intenso. Durante el invierno se desprende por completo de su follaje)
Un pérsimo de Calvillo he plantado en mi casa.
En el tiempo que lleva de extender sus raíces
bajo la esquina noreste de mis dos jardines
no engruesa ni ha crecido notoriamente nada.
Exótica bendición permanece en mi huerto.
Un árbol que verdea desde marzo, y en otoño
se desnuda lento de sus amarillos rojos.
Un niño como un árbol dentro de su sueño.
Por algunas sospechas puedo decir que vivo.
Creo pensar como Descartes lo preconizaba,
y mis relojes me alertan desde la mañana.
Mas tengo una prueba que me dan los sentidos
tan clara y contundente que sobran testimonios:
el suave sabor a selva de los persimonios.
*
Un pérsimo de Calvillo he plantado en mi casa.
En el tiempo que lleva de extender sus raíces
bajo la esquina noreste de mis dos jardines
no engruesa ni ha crecido notoriamente nada.
Exótica bendición permanece en mi huerto.
Un árbol que verdea desde marzo, y en otoño
se desnuda lento de sus amarillos rojos.
Un niño como un árbol dentro de su sueño.
Por algunas sospechas puedo decir que vivo.
Creo pensar como Descartes lo preconizaba,
y mis relojes me alertan desde la mañana.
Mas tengo una prueba que me dan los sentidos
tan clara y contundente que sobran testimonios:
el suave sabor a selva de los persimonios.
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