La hebra en la tela

Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com

Wednesday, March 28, 2007

COMO UNA CAÑITA O PAISAJE TERRITALISTA III

Como una cañita nos iremos doblando segundo a segundo, noche tras noche, hasta que al fin un día, a una hora cierta que será perpetuada en el registro civil, haremos de la carne un fino polvo la espalda los pies y las caderas, pulsaremos los núcleos de los astros, sus protones, los huesos bajarán una escalera, el estómago salando la lengua a los gusanos y poco a poco mientras el Sol revienta las ubres de las nubes y la lluvia engullentuba los gatos de la superficie, sólo quedará un mínimo recuerdo de un hombre o una mujer desfigurados en la memoria rediviva de unos cuantos, tal vez sus hijos o sus nietas, la esposa o el esposo o un lector, quién sabe, como un gaseoso retrato diluido que en unos miles de años, no muchos, nadie jamás recordará. Sin embargo, no todo está perdido: la ley de la Naturaleza inventa un recomienzo, una resurrección aquí en la Tierra. El tiempo es inestable y relativo, una mesa de billar transvitalista que nos lleva al pasado, al futuro, al pasado y a sentarnos un ratito en el balcón de este presente. La materia es el único absoluto. Y el absoluto convoca la existencia. Y al haber existencia están los cuerpos. Cuando los cuerpos viven se alza una atalaya para mirarse entre los cuerpos que serán nuestros cuerpos algún día, los mismos que observamos en la calle, los mercados, el aula, los jardines, las prisiones y el periódico. Habiendo cuerpo humano hay una mente. En toda mente vive un yo. En cada yo reinamos todos. La vida intemporal es la respuesta, vida tras vida, a los sapos del idealismo solipsista. Como una cañita nos iremos doblando pero sólo para erguirnos en todas esas cañas de este perverso y generoso sublime y despreciable trágico y lúdico infierno cielo cielo infierno alegre cielo y triste infierno y múltiple cañaveral eterno. *

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