CAMBIANDO DESCANSA
Soy un místico, tal como se veía el propio Nietzsche,
pues a menudo siento la inmanente infinitud del Ser.
A donde vuelvo la vista y enfoco la conciencia
miro el Todo, arriba, abajo y hacia los pétalos cardinales.
Por más que busco,
por más que remuevo enseres con las manos
o imagino y me doy a la especulación,
no he logrado encontrar
un solo ente o ejemplo de la Nada.
La Nada es definible,
y así puedo considerarla como la ausencia del Ser.
También soy capaz de describir pegasos y dragones
y no por eso existen.
Nadie jamás ha presentado
algo que sea una ausencia de Ser.
Lo que Es niega la Nada y no solamente eso:
la vuelve imposible.
La muerte no es la Nada:
es una más de las transformaciones del Ser
y está en el Todo.
¿Buscas descanso con la muerte?
Hay malas noticias para ti:
seguirás en el Ser, es tu inmanencia, estás en él
y como él eres cambiante,
indestructible, eterno, descansable.
Cambiando descansa, decía Heráclito.
Tu descanso está en el cambio, no en la muerte.
Heráclito tenía razón.
Quien hace dos mil quinientos años
fue alguien que se llamaba Heráclito
y a la orilla de los ríos hacía filosofía,
ahora es tú y es yo, está en ti y vive en mí:
sólo cambió y así descansa.
Es la manera como el Todo accede a la conciencia
y así se garantiza permanencia.
Es la necesidad y así está bien.
Cambiando descansa…
Cambiando descansa…
Soy un místico, sí, pero un místico al revés,
como lo era Nietzsche:
no veo hacia adentro, miro hacia afuera,
y afuera únicamente existe el Ser,
Ser en el Todo,
y una conciencia que también Es y está en el Todo.
¿Cómo podría interesarme traer la Nada a mí?
Ya no hay angustia. Ya no hay vacío.
Sólo esta serena y alegre plenitud.
Sólo esta serena y alegre plenitud.
Cambiando descansa…
Cambiando descansa…
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