EL CENTRO
Nuestra prisión mundana
es ciertamente pequeña.
Apenas unos miles de kilómetros
podemos recorrer
en nuestras vidas,
descalzos o en avión.
Y en la creciente vastedad
del Universo,
unos escasos millones de kilómetros
podemos escudriñar
con nuestros más equipados telescopios.
Nuestra prisión es pequeña porque somos pequeños.
Sin embargo, hay algo
que nos salva y agiganta:
somos el Centro.
Ante la ausencia de un dios
y el destronamiento del Sol,
en la recta esferidad del Universo
cada ser humano
es en sí mismo
siempre el Centro.
Somos pequeños
pero somos gigantes.
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