La hebra en la tela

Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com

Thursday, July 26, 2007

NUNCA ME QUIERAS

Lo que menos importa es que me quieras. El comienzo del fin es el amor correspondido: empieza a derretirse al día siguiente. Amar es exiliarse, hundirse en el océano de una nuez, huir tras un fantasma escurridizo. Querer es desprenderse del espejo y no esperar nada, absolutamente nada. Quien espera, quien pide, corre el riesgo de ser humillado por las desilusiones. Y cuando el amor recibe amor algo, en alguna parte, de algún modo comienza a quebrantarse. Yo me quedo con el dócil hedonismo de verte como un sueño que controlo, impecable, bañada y maquillada, sin una sola arruga. Lo que sienta tu corazón no tiene sentido. Si me amaras mi amor peligraría pues tú también querrías aproximarte y yo descubriría realmente cómo eres, pensarías en mí, me verías caballeroso y guapo, te engañarías sobradamente, y al acercarnos a la luz de los dos la dura desnudez de los encuentros nos haría desilusionarnos, arrepentirnos, entrar en combustión. Con uno que ame es más que suficiente y ese privilegio ahora es para mí. Ni tú misma puedes quitarme este derecho. Yo soy el del amor, el intransigente, el impetuoso, el desquiciado. La vida por fin hace justicia. Yo soy el del amor y así me gusto, me acepto y lo disfruto. Yo soy el del amor y estoy de acuerdo. Yo soy el del amor y es una recompensa porque siempre había sido el que menos amaba. A ti te corresponde la difícil molestia de soportar a un loco, de estar en mi desvarío perfecta a todas horas viendo de lejos al loco tan feliz, tan lleno de vida en el amor perfecto. Ármate de valor y acepta tu destino. Yo soy el del amor y espero en Dios que no sea tan pesado tu cruel aburrimiento por no sentir amor y aun así saberte tan amada. Que sea tu corazón rama en el cielo donde mi libre corazón abre sus alas. *

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