La hebra en la tela

Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com

Friday, November 23, 2018

EL PÁJARO Y LA LAGARTIJA


En el exótico juego del otro yo que quisiera
si no fuese lo que soy, un ser humano,
cuando fui niño y luego un joven de buen sueño
que antes de pronto se derritió en adulto,
no había sombra de duda ni recambio:
de no ser hombre quisiera ser un pájaro.
Porque los pájaros vuelan y el canto los imita.
Porque toda la filosofía cabe en sus alas.
Porque tienen el aire, el Sol, los árboles
y una magna libertad insuperable.
Mas es el caso que ya no soy un niño;
he llegado a la edad que lo contempla todo
y ha cambiado mi yo y el yo quisiera:
el pájaro que imaginé también voló.
Hoy prefiero ser, en esa expectativa,
una tornasolada y larga lagartija.
¿Qué fue lo que pasó para este cambio
que a mí mismo me tiene sorprendido?
Con franca reflexión comparto la respuesta:
De no ser yo el que soy y otro ser fuera
ya no me veo en pájaro sino en vil lagartija
porque un ave tiene alas, sube al aire,
deja la tierra abajo y vuela hasta cansarse,
pero los pájaros no resisten la mínima piedra.
En cambio, siendo una lagartija,
una tornasolada y larga lagartija
que nunca deja de tocar el suelo
como un imán que nos engarza y aprisiona
no es prisión para mí, pues yo tengo conciencia
y soy el poderoso, el dueño profundo de la Tierra
en toda su redondez que mis brazos abarcan,
la trabajo y de sus frutos me alimento;
y lo mejor: ante el tino de las piedras tengo escamas,
me defiendo, me disfrazo, me reconstruyo
como cambian los dientes de los niños.
Si revisamos con perspicacia lo que me ha sucedido
en todos estos años de infancia, juventud, edad adulta
sin dejar de ser el humano que soy
he sido el águila que de vez en cuando
volaba entre las nubes con mis planos a cuestas,
altivo y orgulloso, incluso veloz a contra viento,
pero en el balance de las sumas y las restas
he terminado indefectiblemente siendo
una tornasolada y larga lagartija de retoños
en partes destruidas por la piedra del tiempo
que vuelven a crecer, porque la vida es eso
                perder ante la náusea
                       partirse en la tristeza
            cicatrizar el alma
                   volver sobre la ruina.
Fui yo, un hombre y un pájaro, el otro,
el que quise ser, mi personal deseo,
y al convertirme en ave me vi volar desde mi vuelo
y supe que era frágil a las piedras
y vomité los cólicos del vértigo.
Ahora soy mi yo definitivo,
una fortaleza, un fundamento.
Los años me han cambiado, no soy el mismo.
Tuve el coraje de amurallar la piel, de camuflarme,
las piedras que me alcanzan ya no pesan,
las heridas sanaron, no me rendí, estoy entero
con mi largo cuerpo tornasol de lagartija.
Soy los retoños que recicla el tiempo.                                      


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