La hebra en la tela

Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com

Monday, February 13, 2006

LA PIEDRA DE HIDALGO

(El Profr. Juan Manuel Méndez Noriega, presidente municipal de Rincón de Romos, Dr. Daniel Gutiérrez Castorena, decano del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, y el autor, en la inauguración de la placa de bronce que contiene La Piedra de Hidalgo, el 6 de diciembre de 2007)


(La placa de bronce que contiene el poema La Piedra de Hidalgo, colocada en la esquina sureste del jardín de Pabellón de Hidalgo, Aguascalientes, México, el 6 de diciembre de 2007, aniversario de la expedición del primer decreto de abolición de la esclavitud en América)

Bajo la sombra del Pabelloncito
y ante la esquina del viejo jardín,
en esta piedra solar de molino
tuvo reposos el gran adalid.

Eran las últimas tardes de enero
y el cura Hidalgo por fin descansó
platicando con peones y medieros
del trabajo, la hacienda y el patrón.

En esta piedra su lábaro estuvo
y habló de independencia y libertad
y del derecho a los jornales justos.

Siempre podemos con él conversar
sobre justicia y luz en este mundo.
Miguel Hidalgo en nuestra piedra está.

*

(En el pueblo de Pabellón de Hidalgo, perteneciente al municipio de Rincón de Romos, Aguascalientes, existe la tradición oral de que cuando las tropas insurgentes estuvieron allí los días 24, 25 y 26 de enero de 1811, luego del desastre de Puente de Calderón, el padre Miguel Hidalgo, quien fue despojado del mando en ese lugar, durante las tardes platicaba con los lugareños, peones y medieros, sentado en una piedra de molino enterrada en la esquina sureste del jardín. Este poema alude a esa tradición, que cuando yo era niño escuché por primera vez en voz de don Tranquilino González, mediero de mi abuelo Dimas Márquez, cuyo rancho se localizaba a dos kilómetros de distancia; cada vez que íbamos al pueblo a comprar dulces o simplemente a pasear, veía esa piedra de granito con la curionostalgia propia de un hecho histórico que me parecía por demás relevante, al tratarse del Padre de la Patria. Con el tiempo escuché la misma tradición en boca de otros hombres viejos; cuantas veces las autoridades pretendieron remover la piedra para labores de remodelación urbana, el pueblo lo impedía. Este poema es una pequeña contribución al rescate de la memoria colectiva. El 6 de diciembre de 2007, mismo día en que el cura de Dolores expidió el decreto que prohibía la esclavitud, primero en el continente americano, se inauguró in situ una placa de bronce que contiene el poema. En estos días he sabido que los niños pasan por el lugar y se detienen a leer, y los han visto copiarlo en sus libretas escolares: este solo hecho hace vivir a la poesía en el latido espiritual del pueblo, su residencia original perdida. Se trata de un soneto endecasílabo con rima asonante, encadenamiento no tradicional, y ritmos: sáfico, en versos 1°, 11° y 13°; dactílico, en versos 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 9° y 12°; melódico, en versos 7° y 8°; heroico, en verso 10°; y yambo, en verso 14°. Este último logra uno de los objetivos de todo soneto: cerrar contundentemente el pequeño universo literario).