La hebra en la tela

Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com

Wednesday, October 31, 2018

POR SIEMPRE


Ni el Big Bang de mala digestión
ni el alto Sol con vómito de ámbar
ni el huracán
ni el ácido muriático
ni el húmedo tsunami
ni la bomba que fundió a Hiroshima
ni la muerte ni Dios
ni todos juntos
tienen poder para acabar con todo.

Nada, nadie es tan poderoso y grande
para la destrucción absoluta.

De la guerra o la peste o de la plaga,
de la trituración de dientes o molinos,
los incendios,
terremotos,
de la impune matazón de los dioses,
sin importar el hilo de la espada
ni la ley de la hoguera
ni los watts del infierno
o el ADN del virus,
la legitimidad del decreto,
de todos los poderes y desgracias
algo queda después como un efecto
aunque sea molido o en cachitos,
irreconocible,
sangrante, cansado, nauseabundo.

Por eso, amada mía,
es inútil tu empeño en terminar con todo,
es imposible el olvido que borre
cualquier rastro, cualquier evocación.
Del amor que un día sus frutos dio
y una magnolia en el mar hizo crecer
hasta alcanzar los patios de la Luna,
del amor que hubo y ya no hay
entre tú y yo;
del amor que levantó una selva
sobre los blancos penachos del desierto,
algo pervivirá,
y después,
como agua que nace de las rocas
más allá del recuerdo y de los siglos
alcanzará una isla en el espacio
donde el tiempo se comprime en un segundo
atrapado en el tenaz presente.
Entonces, sólo entonces,
entenderás que aquel amor
que se cuajó en un día,
en un alegre día que ya no es,
está construido para existir por siempre.
Y al haber un día que en el ayer vivió
aquel amor no se va con el día:
se quedará como se quedaría
una hoja de orégano en su rama
cultivada por Dios en el Edén.


*

Monday, October 15, 2018

LA NUEVA PALABRA


He de bajar al mar como se sube al día
oteando por un hueco las máculas de luz
que de la noche migran la negra nigromancia.
He de bajar al mar como la piedra rueda
en las crecidas de los evanescentes ríos,
rodando y flotando, hasta ablandarse
y hacerse un ovillo que no se detiene.
He de bajar al mar desde la altiplanicie
donde el águila chila y monda el cielo,
los tálamos del mundo anidan las montañas
y el aire entronizado platica con el musgo.
He de bajar al mar, y allí, sobre la arena
con el océano a cuestas de mis abiertos ojos
y el ir y venir de las antepasadas olas,
tendré tiempo para pensar y repensar, bastante tiempo para escribir y corregir,
y entonces, al fin, por fin entonces,
el mar revelará sus misterios abisales y sonará en el mundo una nueva palabra.




                                   *

Monday, October 01, 2018

ARREPENTIMIENTO


Lejos de mí, hermético a la especie,
hecho una clara vocación de noche
que siempre persigue al incesante día
como las golondrinas van al equinoccio,
ausente y páramo de mí, ruina en un árbol
que no se recompone en su silencio;
lejos de mí, tan lejos, tan tercamente lejos
esta oración escucho llegar a mis pupilas
como un himno que enciende la alborada
destilando tristeza por el timbre.
No me duele la soledad reproducida.
No me mueve la gota de dolor en un altar
pues cada quien levanta lo que siembra
y no soy Dios para preñar las rosas
ni la vida nos manda sólo bienes.
Lo que sí me perturba y hace mella
es este corazón que late y regurgita;
lo que sí me conmueve y me doblega
como el mar se desborda por el cielo,
es esta triste condición de mi conciencia,
este frecuente desprecio por vivirme,
por abrazarme con mis propios brazos,
esta pérfida costumbre de olvidar,
de no ver lo que somos y lo que seremos,
de vilipendiarte y salir desde nosotros
y de darnos la espalda y ofenderme
y de más pronto que tarde arrepentirnos.
Lejos de mí, tan lejos, tan tercamente lejos,
soy un árbol en ruinas y un ausente
que el páramo azuza a los infiernos.


                               *

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