MIS DOS BRAZOS
Después de hibernar como insensibles,
que mis dos brazos,
derecho e izquierdo,
al fin sirvan para algo.
Que sean una muralla impenetrable,
una silla,
un mullido sofá,
el fiel soldado
que te cuide de todos los peligros
y exorcise a tus eslávicos demonios;
y en tu espalda, firmes y cerrados,
apretaditos como un nudo
o como un nido,
te quiten los dolores lumbares,
los tigres del invierno,
las ascuas del cansancio.
Después de hibernar como insensibles,
quiero de todo corazón
como un anhelo grande y fervoroso
que mis dos brazos,
izquierdo y derecho,
te sirvan para algo.
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