NO INSISTAS EN HABLAR
No insistas en hablar
pues corremos el riesgo
de que otra vez nos callen.
Háblame con el palindroma
de nuestras miradas,
que de allá hacia acá
y de mí para ti
escribe un libro.
Háblame con el rubor
saludable
de tus mejillas rojas
cuando digo algo que te sorprende.
Háblame con los silencios
que oran en tus labios,
y desde tus dientes
y las manos sueltas
como palomas hacia mi ventana,
imprecisas,
tan desamparadas
que provocan el exquisito impulso
de darles acomodo.
Háblame desde tu risa,
ese ficus pertinaz en descampado
que tiende al sol la ropa de las cebras.
Háblame cuando callas
y te me quedas viendo,
sin saber qué decir,
todavía preocupada, tan preocupada
por hablarme de tú
o cometer una imprudencia.
Háblame con la telefonía
de cuando sólo tienes
nada qué decirme,
nada qué preguntarme
y pones el alma en la bocina
para que yo lo entienda,
para que yo lo entienda,
porque es entonces,
hermosa amiga mía,
cuando me dices todo.
*