La hebra en la tela
Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com
Friday, January 30, 2009
Wednesday, January 28, 2009
MIENTRAS DUERMO
En el pálido zumbido de la noche
mientras duermo,
cuando en lo más intangible de las horas
la mente en el estuche se introduce
con un abandono de panteones
donde no llevo nombre
ni equipaje ni porvenir consciente
y en el buró se apilan las arañas,
mientras duermo,
mientras duermo sólo entonces
soy el de verdad,
el de a deveras,
el hombre que dice lo que piensa
quien ve la vida como un sueño
quien hace lo que le da su regalada gana,
el que le grita al mundo sus verdades.
Mientras duermo
en las horas escasas de la noche
que escapan al vidrio del insomnio,
soy el auténtico. El verdadero. Mientras duermo.
*
Tuesday, January 27, 2009
VENTANA
(Calle Zaragoza, en Aguascalientes, México; al fondo se observa el templo de San Antonio. En esta calle se encontraba la casa donde vivía la familia del autor en la época de su nacimiento, hace... algunos años, entre las calles Madero y González Saracho, antes callejón del Terror, por algo sería, jajajajaja)
Por la ventana
entran y salen días
cada mañana.
Por la ventana
entran y salen días
cada mañana.
*
SOL
(Atardecer en Aguascalientes, México, el sábado 24 de enero de 2009. Fotografías tomadas desde el kilómetro 30 de la carretera 45 norte; en la segunda foto se observa una bandada de pájaros, y en su ángulo inferior derecho parte del barandal del puente peatonal de Santa Rosa. El Estado de Aguascalientes tiene el privilegio de contar con atardeceres notables por su belleza, en cualquier época del año, debido a su altitud media de 1,800 msnm, a su humedad relativa y a la escasa contaminación atmosférica)
En el invierno
el Sol se magnetiza
en nuestros cuerpos.
En el invierno
el Sol se magnetiza
en nuestros cuerpos.
*
Monday, January 26, 2009
AMANECIENDO ESTÁ
Amaneciendo está.
Ya los hervores
de químicos brochazos
empapan de luz las nubes del oriente,
amaneciendo está
en ocres que son rojos
que son verdes,
amaneciendo está
de naranja fugaz y peregrinos oros
bajo el cielo emplumado que conquista
con la espada total de un iris encendido
y nos mira despertar de entre los sueños
estirando las piernas y los brazos
mientras los gallos cantan
y la sangre de los muros nos calienta,
amaneciendo está, amaneciendo,
amaneciendo está
sobre el tibio rosicler se anuda el alma
y otra vez entramos en el día,
el amarillo día que rompe con el alba.
Amaneciendo está,
amaneciendo...
*
Tuesday, January 13, 2009
EN EL PEOR DE LOS INSTANTES
(El autor y Elías Ruvalcaba, en el Museo Taurino de la Ciudad de México, la tarde del 14 de noviembre de 2008)
He fracasado en todo, menos en la vidaElías Ruvalcaba
En el peor de los instantes,
cuando la vida es la ronca hiena
que ríe sobre los húmeros
y de arenisca de nervios y neuronas
hace una orgía en rápida abrasión;
cuando en la seca arena a toda prisa
se ha rezumado la última esperanza,
siempre hay un resto que no nos abandona:
el Sol que camina tras la noche,
una montaña de místicas cavernas,
el libro aquel que murmura sus ancestros,
el aire pacientemente leal y vigoroso,
un recuerdo de seres que quisimos
o esos tactos en cálida lejía,
o tal vez, con un poco de suerte,
el brazo como un ojo como un labio
que con débiles residuos
hace de la sed un lanzallamas.
Podemos perderlo todo, todo:
la salud, el amor, la fortuna, la esperanza,
pero aun en el peor de los instantes,
en el segundo más perro y asesino,
en el momento más cruel y desalmado,
siempre conservaremos con nosotros algo,
un as bajo la manga, un leño que a nadie más
que a nosotros pertenece
para darle de trancas a la vida. En el peor de los instantes, en el momento más cruel y desalmado, todavía nos queda disponible, íntegro y letal, el último placer de nuestra vida.
En el peor de los instantes,
cuando la vida es la ronca hiena
que ríe sobre los húmeros
y de arenisca de nervios y neuronas
hace una orgía en rápida abrasión;
cuando en la seca arena a toda prisa
se ha rezumado la última esperanza,
siempre hay un resto que no nos abandona:
el Sol que camina tras la noche,
una montaña de místicas cavernas,
el libro aquel que murmura sus ancestros,
el aire pacientemente leal y vigoroso,
un recuerdo de seres que quisimos
o esos tactos en cálida lejía,
o tal vez, con un poco de suerte,
el brazo como un ojo como un labio
que con débiles residuos
hace de la sed un lanzallamas.
Podemos perderlo todo, todo:
la salud, el amor, la fortuna, la esperanza,
pero aun en el peor de los instantes,
en el segundo más perro y asesino,
en el momento más cruel y desalmado,
siempre conservaremos con nosotros algo,
un as bajo la manga, un leño que a nadie más
que a nosotros pertenece
para darle de trancas a la vida. En el peor de los instantes, en el momento más cruel y desalmado, todavía nos queda disponible, íntegro y letal, el último placer de nuestra vida.
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